Ideología de género
Allí se inició una cruzada en contra de la llamada “ideología de género” que se utilizaría no solo para derrocar el proyecto del Ministerio de Educación, sino también como una “razón” para votar NO en el plebiscito por la paz.
Allí se inició una cruzada en contra de la llamada “ideología de género” que se utilizaría no solo para derrocar el proyecto del Ministerio de Educación, sino también como una “razón” para votar NO en el plebiscito por la paz.
Durante estos días de pandemia he estado buscando o releyendo literatura que evoque algo similar a lo que vivimos actualmente. En esta búsqueda me topé con la charla virtual en la que hablan de la novela Pálido caballo, pálido jinete de Katherine Anne Porter.
¡Feliz cumpleaños Katherine!
¿Esto fue lo que dejamos? Ahora estamos muertos y lo único que hicimos fue dejar la casa cagada. En medio de toda esa basura, los pájaros y las ardillas continuaban cantando, continuaban saltando.
Inevitablemente recordé algunos libros que si los releyera hoy, tendrían un sentido completamente diferente al que cada uno tuvo en el pasado: “Ensayo sobre la ceguera” “La balsa de piedra” “Diario del año de la peste” “El Decameron” “La peste” “La metamorfosis” “Diario de la guerra del cerdo”.
La relación entre imagen y texto es un interés que me ha despertado las publicaciones que veo en mis redes sociales; tal vez porque me parece la representación de la ironía en el sentido de la distancia que hay entre lo que se proyecta en la imagen y lo que se dice.
He estado investigando hace meses la representación que se hace del hombre y de la mujer en el periódico El Espacio (1965-1975) en el que la mujer no sale bien librada y en cierta medida habilita la posibilidad de tratarla de cualquier manera; me interesa esto por las implicaciones políticas que ello conlleva.
Días atrás había imaginado muchas situaciones en las que estaba en peligro, pero la noche anterior todas esas imágenes salieron a flote: en una escena, de las que imaginé, me acorralaban y me asesinaban a cuchillazos; en otra, estaba rodeado de los prisioneros, luchaba contra uno de ellos y al descuidarme por un momento me partían la cabeza con un bate; en otra, imaginé que me sostenían de las extremidades mientras alguien me violaba. Me sugestioné tanto que en la mañana mi cara parecía la de un condenado a muerte.
La idea del paramilitar “bueno” es peligrosa por donde se la mire, porque en Colombia para muchos haber matado campesinos, mujeres, niños, mariguaneros, homosexuales, violar mujeres, cortar cabezas, estuvo bien y fue una tarea que hicieron “paramilitares buenos” porque también tenían, según ellos, una justa causa.
En uno de los artículos de Jorge Ibargüengoitia titulado “Platiquen algo interesante” el escritor reflexiona sobre algunos tipos de conversaciones que tienen las mujeres, las personas mayores de sesenta, entre […]
el cambio político en la era de la sociofobia
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